Lo bueno, lo malo, lo feo. Y lo malo y feo.
Lo bueno, lo malo, lo feo. Y lo malo y feo.
Cuando llegué a México en 1990, las calles eran para mi una inmensa muestra de autos desconocidos. Con un mercado mucho más influenciado por Estados Unidos que por Europa, al contrario de mi natal Brasil, solo reconocía a dos productos comunes: el Vocho y la Combi. En el mar de novedades me enamoré de la vagoneta Taurus, con sus líneas futuristas y su parrilla totalmente iluminada. Hubiera tenido dinero para comprar una lo hubiera hecho, lo que según la sabiduría popular de la que me enteré mucho después, hubiera sido un grave error, ya que supuestamente era más mala que el coronavirus. No fue hasta siete años más tarde - cuando empecé a trabajar con los autos - que muchas cosas fueron haciéndose más claras, principalmente la noción de qué es un coche bueno y uno malo.
Para la inmensa mayoría de las personas, un auto malo es uno que necesita frecuentes visitas al taller para reparaciones inesperadas. Y en ese sentido muchos se ganaron a pulso su lugar en ese poco honroso salón de la fama. Entre ellos está el mencionado Taurus, guayín y sedán. Están el Volkswagen Pointer; el Nissan Platina; el Dodge Shadow o el Chevrolet Cavalier, entre muchos otros. Algunos hasta ganaron apodos creativos como el Mercury Mystique, al que le decían “Mistake”, es decir, error. Más recientemente los franceses como el Peugeot 306 o, peor aún, el Renault Mègane II que tantos problemas generó que la marca estuvo a punto de retirarse nuevamente del país, como había hecho en 1986. Pero la lista es mucho más larga que eso y podríamos seguir con el Ford Topaz, el Seat Córdoba o muchos Land Rover, porque los premium no escapan de la maldición y para muestra pregunte a cualquier mexicano sobre los Volvo de los años 2000, por ejemplo.
¿Malos autos o malos dueños?
En realidad, el problema con las descomposturas de los autos se debe en su mayor parte al casi nulo mantenimiento preventivo que se les da. De todos los coches arriba mencionados y muchos otros conocidos como “más malos que la carne de puerco”, encontramos gente que tiene uno de ellos en buen estado y están contentos. Esto no se debe a que “le salió el bueno” en la rifa que es comprar un coche, sino al hecho de que lo saben mantener, le dedican tiempo y dinero a lavarlo, encerarlo, cambiar aceite, bandas, amortiguadores, balatas, etcétera, todo a su tiempo, sin esperar a que se descompongan. Pero para la gran mayoría, un buen auto es el que aguanta circular sin más cuidados que ponerle gasolina.
En realidad, un buen auto es el hace bien lo que se propone a hacer. La durabilidad o fiabilidad son importantes solo hasta cierto punto. Si alguien compra un Alfa Romeo para ponerlo en Uber, terminará odiándolo antes de ir a la quiebra. Misma frustración sentirá el que el compre un Corolla - que por cierto tuvo su momento poco fiable, en 2009, un año muy malo para Toyota- para divertirse en una carretera de curvas.
He oído algunos afirmaren que el Pontiac Aztek era un coche feo pero bueno. Siento decepcionarlos, pero el Aztek ocupa un lugar de honor en la galería de cómo no hacer un vehículo, como ejemplo máximo. Se manejaba terriblemente mal -normal, su base era la igualmente mala Chevrolet Venture- , tenía pésimos acabados (eso sí, mucho equipo y comodidad) y errores de diseño como el que obligaba a que para cambiarle la batería había antes que quitar la caja de fusibles y una barra ubicada dentro del cofre. Busquen reportes de fiabilidad y verán que los Aztek eran muy malos. Si Walter White lo puso de moda en la serie Breaking Bad, esto fue solo una maldad más del personaje, pero una que transcendió e hizo daño en la vida real a los que lo compraron gracias a él.
¿Qué es entonces un coche bueno y uno malo? El bueno, repito, es el que hace bien lo que se propone a hacer. Si está diseñado para cargar mercancía, debe hacer esto bien, pero no transportar a gente en la caja de carga. Si está pensado para ser un deportivo, no lo uses para remolcar la lancha que llevas al lago. ¿Y la fiabilidad? Es Importante, muy importante, pero como ya vimos el mantenimiento preventivo es fundamental, es lo que realmente hace que tu auto sea el amigo que siempre está ahí por ti, o el que te deja tirado cuando más lo necesitas.
Solo una observación más: la excepciones existen. Por mejor fama que tenga un coche, aun siendo bien tratado, puede fallar. Lo opuesto también es válido. Por esto, bueno o malo es también una cuestión de estadística, de probabilidades, no es ley.
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