¿Por qué todavía no compramos autos por internet?
¿Por qué todavía no compramos autos por internet?
En julio de 2019, Volkswagen de México anunció que 65 unidades del Beetle Final Edition serían vendidas a través del gigante del comercio electrónico Amazon. Entonces muchos pensamos que marcaría el inicio de una era de mucha mayor conveniencia para comprar un coche y que a partir de entonces, todo sería más fácil. Pero no sucedió. Hay varios factores que nos hace estar aún algo lejos de comprar un auto en Amazon, Mercado Libre o eBay, como compramos una tarjeta de memoria para nuestra cámara. En este sentido, tal vez la crisis a la que estamos apenas entrando, termine por dar un empujón que ayude a destrabar los problemas que hacen falta para ese salto hacia la modernidad.
Las ventas de autos ya empezaron caer. Fueron abajo 25.5% solo en marzo. Y caerán de manera aún más dramática durante este año, principalmente en el primer semestre. El primero y principal motivo es la incertidumbre. Muchos no saben si van a perder su empleo o su fuente de ingresos, en el caso de los profesionistas y pequeños empresarios. En un escenario como este, comprar un auto o cambiar por uno nuevo deja de ser prioridad para muchos.
Sin embargo, hay los que sí pueden hacerlo y están en un momento en el que sería perfecto para comprar, ya que ante bajas ventas, las marcas y los distribuidores estarán más dispuestos a bajar sus utilidades ya no para llegar a objetivos antes trazados, pero al menos para disminuir el golpe. El detalle es que, como las agencias están cerradas debido a que no son consideradas servicios esenciales, aunque alguien quiera comprar, no puede. Pero podría hacerlo por internet, si eso fuera factible.
Historia y futuro
A finales de los años 90, Ford intentó hacerlo. Para vender por internet fundó un sitio llamado Paragon, que en algún momento llegó a representar 4% de las ventas de la marca - o eso decían- pero terminó cerrando en 2002, víctima de la desconfianza de la gente y de los trámites burocráticos que exigían firmas en papel.
Hoy la gente está preparada para comprar por internet. Mucho más preparada que las marcas y las autoridades.
Según un estudio hecho por VW México, 56% de los consumidores mexicanos están dispuestos a comprar un auto por internet. Es natural en un universo en el que la gente pasa nada menos que 8 horas por día conectados; 89% investiga en Internet antes de hacer cualquier compra y 81% hace comparaciones de precios exclusivamente online.
El lado negativo es que 70% no ven a las marcas realmente conectadas con los clientes. En parte se debe a que no hay un sistema uniforme entre marcas y distribuidores, que los permitan hacer trámites sin mayores problemas.
No hay que olvidar que buena parte de lo que impide las compras en línea son nuestras leyes viejas o que buscan proteger otras cosas. Las leyes anti lavado de dinero obligan a que el comprador se presente físicamente en una agencia, muestre identificación y papeles originales y firme muchas hojas impresas. Aunque el prospecto haya sido digital, la venta real no lo es. El cliente pudo haber entrado a las páginas en línea de las marcas o a otras independientes, como Autocosmos, pero el cierre de cada venta no es digital.
Ahora, con agencias cerradas, marcas y distribuidores están pidiendo apoyo al Gobierno Federal. Buscan cosas como mayor facilidad de acceso al crédito, impuestos condonados, diferidos o devoluciones agilizadas, entre otros. Todo muy válido. Pero no estaría mal agilizar las ventas por internet. Buscar junto a la autoridad la forma de darle la vuelta a esas trabas y también dentro de las marcas y agencias, unificar sistemas para permitir esas ventas. Porque incluso esos 65 Beetle anunciados en la plataforma de Amazon, lo único que el cliente hacía ahí era dar 20 mil pesos de apartado, siendo el resto de la compra a la moda antigua, en un distribuidor, con muchas firmas, fotocopias y papeles.
En una contingencia como la de hoy, que no sabemos si o cuándo se pueda repetir en el futuro, vender por Internet hubiera ayudado a todos a no salir de casa y a que la economía de un sector como el automotor, que representa 3.8% del Producto Interno Bruto mexicano; 20% del PIB manufacturero y emplea a 980 mil personas de forma directa y a 3 millones más de manera indirecta, no sufriera tanto, llevando a millones de mexicanos a pagar las consecuencias.
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