“Vaguetos” y “antivaguetos”

 “Vaguetos” y “antivaguetos”

Es curioso que una marca que nació en función de un producto diseñado para la guerra, resulte tan apasionante como Volkswagen. Pero la realidad es que pocas marcas, si es que alguna, produce tanto ardor entre los que la aman como en los que la odian, que los hay y muchos.
Todos saben que VW comenzó con el Sedan, conocido en México como el Vocho. Era un vehículo diseñado para circular en terrenos difíciles -de ahí su piso plano- y que no necesitara agua para enfriar su motor, puesto que buena parte de la guerra se desarrolló en el desierto. Su papel más importante, sin embargo, llegó después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania luchaba para reconstruirse y contra una hiperinflación que hizo que sus billetes fueran impresos de un solo lado, debido al costo. El Escarabajo fue el primer auto de muchos ciudadanos alemanes y su simplicidad, bajo costo de producción y de mantenimiento lo hicieron un éxito global. Fue hasta 1950 cuando VW hizo su segundo modelo: la Combi, que llamaba internamente Type 2 o T2, siendo el Vocho el T1.
Ambos vehículos se transformaron en éxitos globales y la marca Volkswagen creció junto con ellos. Cuando los alemanes ya pensaban que el Vocho era obsoleto, en 1974, VW respondió con el Golf, inicialmente conocido en México como Caribe. Hoy el Golf ya vendió más unidades que el Vocho en toda su historia y VW ya no es un fabricante de un solo auto, como llegó a ser conocida, sino un conglomerado de marcas que juntas forman la mayor empresa productora de autos del mundo.
En los años 90 su Jefe Ejecutivo, Ferdinand Piëch, sabía que necesitaba quitarse de encima la imagen de fabricante de “autos para el pueblo”, como el mismo nombre lo indica y que esto, se conseguía con calidad.
Ejemplo de calidad
Fue una época en la que VW invirtió mucho en calidad, incluso creando el concepto de “calidad aparente” o “calidad percibida”, la que hacía énfasis en que lo que el público veía o tocaba en un auto de la marca, debería percibirse como mejor que sus rivales. Busquen un Jetta Clásico de 1998, comparen sus acabados contra el de cualquier rival en ese momento y van a entender lo que digo. De hecho su tablero, por ejemplo, es mejor que la mayoría de los autos del segmento incluso de hoy.
Pero no era solo lo que se sentía al ver y tocar, también al conducir. Pudiera parecer exagerado cuando Piëch dijo, en el lanzamiento del New Beetle en 1998, en Atlanta, que para la clase media un Volkswagen “es el BMW que podemos manejar”, es decir, el que podían pagar. Pero de alguna manera, tenía razón. No al compararlo contra BMW, pero sí al definir su manejo siempre agradable y preciso, que queda por debajo de muy pocas opciones en el mundo.
La calidad absoluta de los años 90, se perdió un poco en la segundo mitad de la década pasada, cuando la marca llegó a hacer un Jetta Bicentenario con eje de torsión, tambores traseros y tablero rígido. Pero los fanáticos de la marca ya estaban conquistados. Algunos lo serán para siempre.
Como todo fanatismo es ciego, para algunos la única marca no premium que vale la pena es VW. La defienden con tal ardor, que su actitud genera una reacción de igual fuerza en sentido contrario, porque la tercera ley de Newton también funciona para el comportamiento humano, no solo para la física. Entre los amantes de los autos pareciera que solo existen dos tipos de personas: los “VAGuetos” -un apodo de tono despectivo que tiene origen en la abreviatura del grupo alemán VAG- y los “AntiVAG”.
Más que defensores y atacantes de la marca como tal, esos ya se volvieron como las llamadas barras bravas de algunos equipos de futbol, que terminan odiando más a los defensores del equipo rival que a ese equipo por sí mismo. Y si tu eres uno de esos, estés del lado que estés, te invito a abrir los ojos y la mente, porque hay muchos vehículos muy buenos dentro y fuera de la marca Volkswagen. No verlos no te hace precisamente más inteligente.

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