“Mazdetos” vs “KiaLovers”

 “Mazdetos” vs “KiaLovers”

La semana pasada hablé aquí de la pasión que despierta aún la marca Volkswagen, particularmente en el mercado mexicano. El fenómeno tuvo origen en los años 60 y se fortaleció en los 80 y 90, llegando a los días de hoy aún vigente. Sin embargo, ya no tiene la fuerza de antes, lo que se debe principalmente a dos motivos. Uno es la menor pasión de los “millennials” por los autos. Otro al arribo de muchas nuevas marcas a México, que fueron conquistando sus propios fanáticos, dividiendo a la gente y ampliando las fuerzas que interactúan en un mercado que debería vender productos a clientes racionales, pero que la realidad muestra que es todo lo contrario. Dos de esas nuevas marcas que han despertado pasiones son Mazda y Kia.
No que antes no hubieran marcas pasionales. Renault, por ejemplo, siempre fue eso. Pero la marca francesa rompió el corazón de muchos al salir del país en 1986 y luego de volver y no funcionar del todo bien, para luego tomar el camino racional (y absolutamente adecuado) para diseñar su gama de productos en México basada en productos durables en nuestro mercado, esencialmente, de origen Dacia. Otra es Ford, gracias a autos como Cougar, Thunderbird, Grand Marquís y por supuesto, el Mustang y las pickups. El Óvalo Azul es parte imborrable de la cultura automotriz mexicana, pero se volvió más costosa de lo que el mexicano promedio puede pagar y con ello bajó su participación de mercado.
Cuando Mazda llegó a México aún era socia de Ford, que poseía 33% de sus acciones. Tanto que sus oficinas estaban dentro del edificio de Ford, en Santa Fe. Pero pese a compartir muchas plataformas con la estadounidense, Mazda encontraba su personalidad propia en el diseño y más que nada, en el manejo de sensaciones deportivas. Y no hay nada que genere más pasiones que un buen manejo. Era la época del “zoom-zoom”, ese sonido que hacen los niños al jugar con sus carritos y que tan bien reflejaba la sensación de conducir un Mazda.
¿Manejo o equipo?
Cuando Kia llegó a México en 2015, produjo un temblor en el mercado. La velocidad y fuerza con que entraron los coreanos serán caso de estudio de mercadotecnia en el futuro. De ser completamente desconocida, Kia pasó a ser la marca de moda. Todos los jóvenes querían un Rio. Todos los señores querían un Forte o una Sorento. Pero más que nada, todas las mujeres querían -y aún quieren- una Sportage.
Kia te daba más equipo por tu dinero que ninguna otra marca. Para muchos el Rio fue su primer auto con seis bolsas de aire. Para otros el Forte fue su primer coche con asientos de piel y para ellas la Sportage fue su primera camioneta con quemacocos. La clase media se sentía “soñada”, poderosa al fin. Salían de las inmensas agencias de la marca pensando que no estaban estrenando un vehículo, más que eso, estrenaban “un Kia”. El primero en el coto a traer un Kia era mirado con la envidia que nunca antes había logrado provocar. ¿Cómo no van a amar una marca así? La mayoría que hoy maneja una Sportage, aún lanza hacia el mundo esa mirada de superioridad de quien conduce una Porsche Cayenne.
Los amantes de Mazda también se sentían tan superiores a los demás que pasaron a nombrar sus autos de una manera que para ellos era apenas justa. Así el Mazda 3 se volvió el M3. El Mazda 6 pasó a ser el M6, todos recordando a las versiones más deportivas de BMW, a pesar de la burla -nada injusta, dicho sea de paso- de los demás.
Hoy que Mazda evolucionó y busca elevarse un poco con relación a las marcas de volumen al mejorar su diseño, acabados y refinamiento en general, sus clientes -y hasta uno que otro vendedor que no entendió muy bien su entrenamiento- se sienten al mando de un premium, simplemente por estar un paso más cerca de ellos, aunque no significa que vivan en el mismo código postal.
De esa forma superior de verse a si mismos nació la nueva realidad, el nuevo club de fanáticos que piensan que solo lo suyo es lo bueno y los demás simplemente no entienden. O amas a Mazda o amas a Kia. O eres “mazdeto” o “kialover”. Es la nueva rivalidad mexicana en los autos.
Si buena parte de los clientes en México aún se dividen entre los fanáticos en favor y en contra de Volkswagen, hay muchos, principalmente los más jóvenes, que tienen sus propias y nuevas creencias, desafortunadamente sin perder el viejo y poco inteligente fanatismo.

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