Parece que estamos aprendiendo

 Parece que estamos aprendiendo

Durante mucho tiempo se pensó que el consumidor mexicano de automóviles prefiere “espejitos” a seguridad. Se cree que los clientes llegan a las distribuidoras y se entusiasman más con rines de aluminio, quemacocos, asientos forrados de piel (o vinil que se parezca) y, claro: pantallas -mientras mayor mejor- que con control de estabilidad, el número de bolsas de aire o el frenado automático de emergencia. Por fortuna algunos números recientes de ventas muestran que tal vez exista un cambio en la dirección correcta.
Hace unos pocos días pude manejar dos autos del mismo segmento, con precios similares, uno en su versión más alta, el Volkswagen Polo, otro en su versión básica, el Seat Ibiza. Por 262 mil pesos se compra el Polo Comfortline, su versión más equipada en México, que viene con rines de aluminio; pantalla con CarPlay y Android Auto; caja automática; cristales con accionamiento eléctrico en las cuatro puertas; faros de niebla y descansabrazos delantero. Pero en seguridad solo hay frenos antibloqueo ABS y doble bolsa de aire frontal. Pese a que su plataforma es buena y aún competitiva ante la mayoría del segmento, su mayor rival ya usa una mejor. Se trata del Seat Ibiza.
Con precio de 252 mil pesos, el Ibiza Reference manual ya usa la más moderna plataforma MQB-A0, que le da más espacio, mejor calidad de marcha y mayor estabilidad. El motor ya es de 16 válvulas en lugar de ocho, tiene otra cabeza y su potencia es de 110 HP, contra 105 del Polo. Consume menos combustible y es más rápido. Más importante que nada, el Ibiza tiene control de estabilidad, el llamado ESP y seis bolsas de aire.
Contrario a lo que se pensaría, en los primeros cuatro meses de este año el Ibiza vendió 3.194 unidades contra 2.684 del Polo. Cabe resaltar que no es una cuestión de precio, puesto que el Polo básico cuesta 229 mil pesos. Otro punto importante, VW tiene mucho más agencias (161) que Seat (64 puntos de venta), más prestigio y más tiempo en el país. Aún así vende más la española, comparando esos dos modelos.
Más ejemplos
Entre los sedanes subcompactos ya son pocas las alternativas que ofrecen solo la seguridad mínima exigida por ley a partir de este 2020 ( ABS y 2 bolsas de aire) para todos los autos (y para los de nuevo ingreso desde 2019). Pero esos tienen en general ventas bajas comparadas a los más seguros.
El Hyundai Grand i10 sedán, con sus dos bolsas de aire, vendió 2.148 unidades. El Accent, que solo tiene una versión con 6 bolsas, vendió 2.031. El Honda City (2 bolsas) comercializó 2.529. El Toyota Yaris, también con 2 bolsas, vendió 2.218.
En cambio autos con seis bolsas de aire como el Ford Figo, vendió 3.140 unidades. El Chevrolet Onix, que apenas fue lanzado en febrero, lleva 5.576. Claro que nada se compara al nuevo Versa, con más de 25 mil unidades vendidas.
Es cierto que aún falta un buen camino hacia la educación completa del consumidor mexicano de automóviles. En la base de la pirámide el Nissan March, con poca seguridad pero bajo precio y amplia facilidad de financiamiento vendió en estos cuatro meses 12,541 autos, mientras que el también poco costoso Renault Kwid, con 4 bolsas de aire, no pudo vender más que 2.733 vehículos. Claro, pesa en su favor la popularidad de la japonesa contra la fama aún poco sólida de la francesa. El Chevrolet Beat sedán vendió más de 13 mil unidades, en una prueba de que el precio aún mata todo lo demás.
Sin embargo cuando el presupuesto del cliente ya es suficiente para salir de la base de la pirámide, los números de ventas muestran que los mexicanos comienzan a fijarse más en la seguridad de los autos que compran que en el equipo que aparentemente le permitían verse mejor ante su familia, amigos y vecinos. Y esto me parece una de las muy pocas buenas noticias que nos ha traído el 2020.

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